Escucha la cancion en la que nos inspiramos:
CD cover

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Balam-ha'
Portada del libro imaginario basado en la canción.

"I see you from the distance, sitting on a bench feeding the pigeons. I have so much to tell you, but where to begin, and how to explain all this years of absence. Perhaps there's no need to say anything, tomorrow when you get the morning paper you'll find all you need to know."
Las lagrimas escurren sobre mis mejillas, despacio, como los recuerdos de tiempos felices.
Sentado bajo este sol mirando los campos infinitos, verdes, llenos de pasto, puedo contemplar mi vida, como un tren con cientos y miles de vagones. Puedo ver en ellos el amor, la muerte, la ternura, la tristeza, la ilusión y la desesperación, pasando frente a mi, echando humo enloquecidamente.
La máquina pita, avanzando sobre el campo; mis pensamientos, mi recuerdos, la gente que amo, tambalean dentro del tren, destellando entre tonos sepias, desgastados. O brillando, rotos, entre el blanco y negro de viejas fotografías. Pedazos terror, pedazos de espanto, pedazos de miedo. Trozos de melancolía, trozos de incertidumbre, duda, desilusiones. Pero sobre todo, y me sorprende darme cuenta ahora que estoy muriendo, hay miles y miles de pedazos de amor corriendo contentos entre los vagones, apretándose en el comedor, asomándose desde la locomotora. ¡Cómo! Estos últimos años había llegado a la conclusión, con bastante certeza, de que mi vida no había sido más que un sacó de desesperación, de dolor, de equivocarme, de hacer las cosas mal, de no haber sido lo suficientemente bueno, de no haber dado lo mejor, de arrepentimientos, de soledad y tristeza. Y puedo ver que es verdad, puedo ver que esos momentos, como penumbras, van también en el tren. Pero ahora me parecen insignificantes. Es cómo si todos los demás estuvieran haciendo una fiesta, emocionados, celebrando, prendiendo los candelabros y tomando vino, contentos por haberlo conseguido, por haber llegado a este momento. Puedo ver como ahora las penumbras de los recuerdos dolorosos se esconden espantadas en los rincones de la máquina, perplejas, aterrorizadas por la alegría la luz de los que festejan.
Me hacen sonreír.
Ahora que el tren ha pasado a mi lado, he aprovechado y me he subido. El sol me entibia y mi corazón celebra con ellos. Brindo, me emborracho orgulloso de haber vivido en este mundo, de haberlo intentado, de haberme equivocado tantas veces y ahora celebrar. Estoy muy contento y un sentimiento de gratitud me abraza, tan fuerte, que no sé como explicarlo. Mis compañeros de juerga en este tren, qué celebra, me abrazan, vestidos con sombreros, con faldas blancas, con pies mojados y húmedos.
Veo entre la fiesta los ojos llorosos de mi papa, ahora contentos, después de haber estado tristes tantos años. Ya no lo están. Pude ver cuando era niño esos ojos llorosos mientras me pegaba y ahora los veo mas claramente, los veo perdidos y llenos de amor y ternura. Veo a mi mamá, abrazándome, cantándome una canción en sus brazos entre los campos de algodón en que crecí. ¿Cómo me podía querer tanto? Veo a mi hermano, vestido de gala, sonriendo aquella noche cuando me llevo al prostíbulo. Veo a las putas y recuerdo el miedo y el brazo de mi hermano cuidándome. Veo a mi esposa sirviéndome la comida y vuelvo a oler el aroma de esa casa, de su cuerpo, de su aliento.
Camino entre los borrachos, los alegres locos que festejan en los vagones. Me sirven otra copa de vino, me abrazan, se aprietan unos contra otros, me toman y me suben en sus hombros, me avientan y me cachan y gritan, muertos de felicidad. Gritan mi nombre, me agradecen, me besan.
A mi lado, como una rata, pasa corriendo mi hijo de 9 años, y lo veo aquella mañana cuando lo sorprendí robando de mi pantalón para comprar estampillas.Lo abrazo, por fin, después de años, desde la última vez que lo abrace, cuando yaestaba muerto y frío después de haberlo sacado del rió.
El ruido de una armónica llena los carros, se mete entre el griterío y la euforia de mis amigos. Sin darme cuenta, tan alocado estoy, piso la sombra de un momento de pena y resentimiento, muerto de miedo, haciéndose bolita debajo de una mesa en el comedor y ¡Ah! Pero quien esta ahí! ¡Mi amigo! ¡La piel más obscura que jamás he visto bajo el cielo! ¡Mi amigo! Lo abrazo y él me dice, riendo: “lo ves, te lo dije, te prometí que todo saldría bien”. Tiene la misma ropa que llevaba cuando me cuidó, aquella mañana cuando pensé que me moría, después del accidente. Puedo ver sus manos sosteniendo mi cabeza, mojándome el cabello, dándome de beber agua en su palma mientras esperábamos la ayuda.
Este sitió se ha vuelto una locura, estamos juntos, cantamos, brincamos. Mi tío se sienta al piano, ¡que talento tenía! empieza a aporrear la teclas. Mientras la locura del tren y mi amigos inunda el aire, veo, a través de las ventas, que el tren se acerca a un puente, donde hay todavía más luz y alegría y borrachera. Quiero agradecerles a todos, dentro de mi corazón, y lo hago, antes de que la luz nos llene completamente: gracias por tanto amor, gracias por cuidar de mi, gracias por todo.